2008/11/14

La catástrofe del Prestige

El 14 de noviembre de 2002 comenzó el periplo del Prestige, un buque monocasco de 20 años de antigüedad, auténtica chatarra flotante, que culminó con su hundimiento frente a las costas de Galicia, lo que en principio fue, tan sólo, la abertura de una fisura en el costado del barco. La serie de despropósitos habidos entre un hecho y el otro, y de todos conocidos por la prensa diaria, no deberían servir para distraer la atención sobre una serie de realidades ocultas por la magnitud de la ineptitud y desfachatez con que han actuado los responsables de tomar, una tras otra, las decisiones erróneas, que hoy todos pagamos.

Los que se lucran con la catástrofe

Es difícil saber a quién reclamar cuando se hunde un petrolero. El sistema organizado para lograrlo es el siguiente: el barco se hace registrar como propiedad de una empresa radicada en Liberia, aunque pertenezca a armadores griegos. Su bandera se ubica en Bahamas, cuya autoridad marítima tiene las oficinas en Londres. Mientras, el petróleo pertenece a otra sociedad, una sociedad de comercio, en nuestro caso Crown Resource, radicada en Gibraltar y cuyos administradores son británicos, entre ellos un ex-ministro de Gibraltar. Sin embargo Crown Resorces es a su vez propiedad de una multinacional, Alfa Group Consortium productora de petróleo y en manos de un oligarca ruso Mikhail Fridman, que se hizo con la parte petrolera del negocio tras la privatización fraudulenta de las riquezas naturales de la URSS a precio de saldo. ¿A quién reclamas y en qué país?.

La razón por la cual las multinacionales del petróleo, como la Exxon, la BP-Amoco o Alfa Group usan barcos obsoletos es muy simple: el lucro. Pagan mucho menos si su petróleo lo lleva una vieja nave. Lo que no sabe mucha gente es porqué les importa tan poco que se hunda su carga. Sencillamente porque se asegura en un 110% de su valor. El oro negro siguió siendo oro para Mikhail. La carga valía 10 millones de dólares en puerto. A 3.500 metros de profundidad, 11. Y que nadie se llame a engaño, la BP, la Exxon o nuestra Repsol usan los mismos buques donde les dejan.

UN SISTEMA LEGAL AL SERVICIO DE LAS EMPRESAS

El porqué, seguros aparte, merece la pena correr el riesgo de destruir el sustento de decenas de miles de personas reside en la facilidad con que puede recorrer Europa un buque ilegal, de casi 100.000 toneladas sin que nadie lo detenga. Qué contraste con los tristes esquifes en que sí son detenidos los otros "ilegales", para los que sí hay medios humanos y legales con que "pararles los pies". Una de las razones que lo explica es como eluden las inspecciones, cada vez que recalan en puerto. En primer lugar es legal llevar hidrocarburos en buques monocasco. Es legal hacerlo, hasta el 2016, en barcos de más de 15 años, siempre que estén en condiciones. Y un barco que no esté en condiciones puede entrar y salir de puerto, legalmente y sin sufrir inspección, y no importa que lleve años sin hacerlo, siempre que sea sábado, domingo o de noche, fuera del horario de inspecciones. Nadie les obliga a esperar. ¿Alguien se imagina que la policía cerrando por vacaciones? Así que nadie les pilla. Y si se hunde el barquito de marras, la ley no obliga a pagar los daños si el dueño del petróleo desconocía el estado del barco.

Por otro lado, a diferencia de Estados Unidos, donde a raíz de la catástrofe de Exxon Valdez el seguro obligatorio para este tipo de accidentes debe cubrir daños ilimitados, la UE no incluye los costes de recuperar los ecosistemas, y pone límites a la cantidad a pagar. Como ejemplo baste comparar la catástrofe del Exxon Valdez, que provocó daños valorados en 2800 millones de dólares y por la que se pagaron 3000 millones en concepto de multas, limpieza e indemnizaciones y la del Mar Egeo (propiedad de los mismos armadores que el Prestige y naufragado también en Galicia en el 92) que con un vertido mayor, 80.000 toneladas, ha logrado 63 millones de euros de indemnización, que aún no se ha cobrado en totalidad, tras más de diez años.

UN ESTADO MÁS EN RUINA QUE LOS PROPIOS BARCOS

Cabría pensar que dado que por Galicia pasan, al día, 122 buques mercantes, de los cuales 36 transportan mercancías peligrosas los medios para que, en caso de catástrofe, podamos minimizar sus daños, son parejos al peligro. Sin embargo, no es así. La filosofía de reducir el Estado a la mínima expresión, es decir policía, ejército y jueces, ha calado hondo en el campo de la seguridad marítima, como en los restantes campos. Policía para golpear a los manifestantes, ejército para montar el paripé recogiendo chapapote y jueces o fiscales para encausar a Nunca Mais.

Los restantes medios eran, de carácter preventivo: Un servicio de radar que no tiene cobertura en todo el litoral. Un Canal de VHF para llamadas de socorro que no llega a muchas zonas. Un servicio de seguimiento por satélite inexistente. Dos remolcadores de la Xunta tan viejos y con poca potencia que no pueden remolcar petroleros y varios remolcadores, potentes y modernos, de propiedad privada, que realizan contratos por servicio con el Estado por los que cobran en función del riesgo adoptado. Riesgo que aumenta cuanto más tarden en llegar a resolver el problema y cuanto más demoren en firmar el contrato.

Para reparar o contener los daños, cuatro helicópteros para rescatar marinos, pero que no paran de pasear políticos. Motobombas, para aspirar vertido, cuatro, de tan poca potencia que no sirven para nada. Barcos equipados con las mismas, ninguno, de tal forma que tuvieron que venir de Portugal, de Francia, de Noruega, etc. Barreras marinas, ninguna, hubo que comprarlas. Trajes, palas, etc, nada de nada.

LAS MENTIRAS DEL PP

La actuación de las autoridades del PP fue tan patética y deplorable como el estado en que han dejado los servicios públicos. Dado que no hay medios para resolver los problemas, utilizaron todo el poder de la administración del Estado y el coro de medios a su servicio para, en primer lugar, negar la existencia de los hechos. Luego minimizarlos o mentir sobre los mismos. Posteriormente distraer la atención con otras cosas y atacar a quienes les critican por su comportamiento criminal. Hagamos un repaso:

Un barco se raja. Comienza a perder fuel. Nada que no se pueda reparar en puerto, trasvasando la carga a otro buque, por ejemplo, en La Coruña. El capitán pide socorro, intenta llevarlo a puerto y se le prohibe. ¿Quién? Como saberlo, si no hay registro ni de las conversaciones ni de nada. En cualquier caso, ningún alcalde, como por ejemplo, el socialista Pepe Vázquez, de La Coruña (que curiosamente se ha mostrado muy comprensivo con el Gobierno de Aznar alabando sus actuaciones) quiere una cosa así, ensuciando y bloqueando SU puerto. Así que y todo parece indicar que fue el ministro Cascos, a la sazón de cacería y muy irritado por la interrupción del arte venatoria, se manda el barco a alta mar, regando el mar de fuel en toda su trayectoria, hasta que inevitablemente, dada la avería, las vibraciones en la estructura a causa de mantener los motores en marcha y el fuerte oleaje el buque se parte y se hunde. Mientras, Fraga cazaba en Toledo junto con Fernández Tapia, socio de Remolcanosa, empresa dueña del Charuca Silveira, barco remolcador del Prestige.

Cuando las vibraciones forzaron a los técnicos de la empresa de rescate a parar las máquinas, el delegado del gobierno afirmó que "las máquinas se pondrían en marcha con vibraciones o sin ellas" y los medios del régimen atribuyeron la parada a oscuras maniobras del capitán del barco que pretendía dificultar las tareas de rescate para no se sabe muy bien qué.

Cuando muchos se preguntan cómo es posible que barcos así circulen por el mar, Loyola de Palacio nos explica que el barco iba para Gibraltar, cuando en realidad el destino era Singapur. El coro de medios clama contra la pérfida Albión, pero apenas se hacen eco de que el barco es un conocido habitual de los puertos españoles, que nunca se le inspecciona y que casi todos los petroleros españoles se encuentran en el mismo estado. Cuando la marea negra se acerca a la costa Arias Cañete clama que "ni tenemos catástrofe ecológica ni esperamos graves problemas" y el Conselleiro de Pesca que "el peligro de marea negra no es muy alto".

Cuando el barco se hunde un colegio de ingenieros bien nutrido de subvenciones públicas afirma que a dos grados, que es la temperatura del mar a 3.500 metros el fuel solidifica. Todos se hacen eco de ello aún cuando hasta un niño sabe que los sólidos si son menos densos que el agua, también flotan. Cuando se confirma por batiscafo que a dos grados el fuel es líquido, que flota y que sube, el vicepresidente le quita importancia y lo llama hilitos de plastilina. Posteriormente se ve que los hilitos son de muchas toneladas al día y que aún nadie ha pensado que hacer con ellos.

LA REACCIÓN DE LA GENTE

Cuando la gente se va dando cuenta que aquí nadie hace nada y acude masivamente a retirar el chapapote con sus manos se afirma que no son necesarios tantos voluntarios y que el ejercito se encargará de todo. La forma de encargarse la pone el ministro Trillo cuando afirma que las playas están (desde el helicóptero) esplendorosas. Como los voluntarios no se van se nos dice que son okupas y gente de mal vivir.

Cuando tras oír tantas sandeces y sin esperar a más la gente pasa del voluntariado a la acción política, pide dimisiones y acabar con los responsables políticos del problema, juntando a 200.000 personas en Santiago, se nos informa de que el "separatismo" está detrás de la operación, de que la plataforma organizadora Nunca Mais utiliza el dinero recaudado para ¡propaganda! y se les denuncia, utilizando al fiscal del Estado para ello, aduciendo que han engañado a los donantes. Al organizar esa misma plataforma una cadena humana con mas de 40.000 niños de toda Galicia abrazando la costa da morte se intenta impedir que lleguen amedrentando a las empresas de autobuses, de forma que tuvieron que contratarlos en Asturias y en Portugal.

Las gentes de Galicia y del resto de España están despertando de su sopor. Es tal la acumulación de negligencia y manipulación, es tal la mentira y el descaro que cuantos más medios se invierten en ello mayor es la reacción de indignación popular. Junto con la huelga general, este acontecimiento está cambiando un hecho que muchos consideraban inmutable e indiscutible: la hegemonía social y política de la derecha en su propio feudo y en todo el país. También muestra el camino, que es la organización y la movilización políticas, a unos partidos de izquierda que sólo sueñan con elecciones, tal vez porque un pueblo dormido no pasa factura. Para los marxistas nos queda la inmensa tarea de explicar y convencer a los trabajadores en lucha de que no bastará con voltear a los responsables políticos de tanto mal, que es preciso destruir el sistema capitalista que hace posible que aunque los políticos paguen, los criminales se embolsen la ganancia y se vayan de rositas.

Fuente: Rubén de Pablo/IU Vicálvaro (Madrid)







El día 5 de Diciembre del 2002 Mariano Rajoy, a la sazón miembro del Gobierno de José María Aznar y responsable gubernamental en el tema del hundimiento del “Prestige” declaraba que del barco, ya hundido, tan sólo salían por sus cuatro grietas unos “hilitos en forma de plastilina en estiramiento vertical”. Cuatro días después, el 9 de Diciembre, aquellos hilitos se habían convertido, en boca del mismo Rajoy, en 14 grietas por las que manaban diariamente 125 Toneladas de “chapapote”. Una gran parte de la ciudadanía tuvimos la impresión de que el Gobierno del Sr., Aznar nos mentía una vez más en todo aquel triste asunto del hundimiento del petrolero.

Durante aquellos días y mientras miles de voluntarios llegados de toda España se afanaban en intentar dejar limpias las costas gallegas, las gaviotas del PP, sin contaminación alguna de petróleo, se dedicaban a las frases grandilocuentes. Ana Botella, entonces tan sólo esposa consorte- o habría que decir con suerte- abría su boca para decir que “la culpa tan sólo era del barco”, Fraga quería bañarse, como hizo en Palomares, al volver de una de sus cacerías, Álvarez Cascos se escondía detrás de todos los demás, Aznar ni se dignaba pisar las playas inundadas de mierda negra y Mariano Rajoy decía que “La marea no va a llegar a las Rías Bajas”, mientras Trillo, señor de Perejil, proponía bombardear el barco para acelerar su hundimiento. El resto se dedicaban al rezo y la oración pero ni Santiago Matamoros ni el mismo Dios estuvieron de su lado y las costas gallegas sufrieron la mayor catástrofe ecológica de todos los tiempos.

Rafa Esteve-Casanova

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